El segundo día en Shanghai hice un itinerario por la concesión francesa, que además es donde están varios edificios históricos del comunismo chino, como la sede del Partido Comunista de China o las residencias de sus primeros dirigentes. También hay varios parques llenos de jubilados chinos haciendo todo tipo de actividades, desde taichi, hasta grupos de señoras ensayando coreografías o grupos jugando al majong y otros juegos chinos:

Las "yaya chicho"

Las "yaya chicho"

El barrio tiene muchas tiendas de nivel, pero también hay zonas residenciales más o menos humildes donde los bloques se agrupan en torno a una entrada única dentro de la cual hay diversas calles, casi como un ghetto. En la foto espero que se entienda mejor:

Zona residencial china

Zona residencial china

De ahí me fui a lo que la guía anunciaba como antigua ciudad china. Por el camino, varios mercados de antigüedades y animales e insectos y un templo budista activo en el que estaban cantando salmos tanto monjes como creyentes. En general, los salmos eran muy repetitivos y daba impresión escuchar a tanta gente cantando a coro. Ni me atreví a hacerles una foto.

Buda, Sunlight y Moonlight

Buda, Sunlight y Moonlight

La supuesta antigua ciudad china, resultó ser una especie de reconstrucción tipo Disney, que acogía un montón de tiendas de souvenirs, ropa, cuadros, joyas y cualquier cosa que a un turista le pueda interesar.

Antique Chinese City

Antique Chinese City

 En la zona había también un templo que no visité (Temple of City God) y los Yuyan Gardens:

Yuyuan Gardens

Yuyuan Gardens

Como todavía era pronto y en la ciudad todo cierra pronto me fui a la Expo, con la entrada de noche. La impresión es que está sobredimensionado de manera exagerada. La Expo tiene 13 entradas y en la entrada que usé había al menos 45 puertas de acceso, cada una con su detector de metales y cinta de rayos X con su docena de chinos. Cierto es que ahora la afluencia es la tercera parte de lo que era al principio, 200K en lugar de 600K, pero aún así el despliegue ha sido colosal. Lo que sí hay que decir es que los de seguridad se lo tomaron muy en serio. Viendo mi bolsa por el monitor, me pidieron que sacara el mini trípode de la cámara y la libreta, la cual además hojearon ( ahí creo que se pasaron ). 

Ya en la Expo visité algunos pabellones en los que no había cola y me fui para el pabellón de España, que es de los que más visitas recibe, pero en la que enseñando el pasaporte pasabas sin cola. Los/as azafatos/as estaban super aburridos y en cuanto veían un español iban a hablar contigo y explicarte mil historias, sobretodo lo hartos que estaban de la mala educación de los chinos. También hablaban del enchufismo para trabajar allí, ya que no todo el mundo hablaba chino como era obligatorio inicialmente.

La principal atracción de nuestro pabellón, Miguelín, está moribundo,. Cada vez se le mueven menos articulaciones, ya sólo mueve la cabeza y parpadea, e incluso se le ha llegado a salir alguna parte de la estructura con el consiguiente efecto macabro, pero que ya se ha reparado.

Miguelín

Miguelín

Hay que decir que en el pabellón de Japón se exhibía un robot que tocaba el violín… vamos casi lo mismito que Miguelín, que por cierto, dicen que ha sacado los ojitos de Zapatero…

Y por supuesto, como no podía ser de otra manera, después visité el soberbio pabellón de Polonia. Fue un gustazo porque me permitió revivir el fabuloso viaje que hicimos allí hace unos años junto con MB, mi polish abogada favorita, aunque me haya “quitado” mi antiguo apelativo. Eso si, la comida polaca del pabellón, donde cené, no tenía nada que ver con los suculentos manjares que comimos por todo el país. Servían una especie de rollitos de primavera con carne, entre otras cosas, a las que llamaban “Sauerkraut con setas envuelto en crepes” …. y ni siquiera tenían cerveza con jarabe de frambuesa.

Sauerkraut with mushrooms wrapped in crepes :-)

Sauerkraut with mushrooms wrapped in crepes 🙂